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El encuentro organizado por la Oficina de Estrategia pone en evidencia la singularidad, el valor y el impacto de la economía social vasca

El Museo San Telmo de Donostia / San Sebastián se convirtió ayer, 20 de junio, en el epicentro de la economía social vasca. Bajo el lema La Economía Social en primera persona: Experiencias de Economía Social, la Oficina de Estrategia de Donostia / San Sebastián organizó un encuentro donde participaron los y las responsables de numerosas empresas vascas de renombre y expertos en la materia, con el fin de acercar la economía social y sus diferentes experiencias de éxito a la ciudadanía guipuzcoana. 

El alcalde de Donostia / San Sebastián Eneko Goia inauguró la sesión haciendo referencia al lema de la Capitalidad, Con las personas en el centro de la economía, “una declaración de intenciones que queremos hacer trascender al conjunto del territorio”. En palabras de Goia, la economía social sigue siendo una gran desconocida para muchos sectores, que ignoran su significado e importancia; “Por ello, espero que las experiencias de hoy sirvan como acicate para seguir desarrollando iniciativas que tanto valor dan a nuestra economía”, concluyó.

Tal y como subrayó el director de la Oficina de Estrategia Kepa Korta, “Impulsar los valores de la economía social y solidaria como la cohesión social y la integración, es uno de los 15 objetivos estratégicos que recoge la E2030DSS de la ciudad para esta década”. Korta puso el foco en las seis familias de economía social, entre las que se encuentran las cooperativas, fundaciones, sociedades laborales, empresas de economía solidaria, empresas de inclusión y empresas de inserción; y las cuales defienden una economía diversa, de carácter democrático, sostenible e integrador.

El encuentro tuvo un formato mixto gracias al cual, más de 120 personas lo siguieron de manera virtual.


Aproximación teórica

El doctor en economía, miembro de GEZKI y responsable del Máster en Economía Social y Solidaria de la Universidad del País Vasco Enekoitz Etxezarreta Etxarri tomó seguidamente la palabra para hacer un recorrido histórico de los principales hitos de la economía social, desde la primera cooperativa de consumo creada en 1844 en Rochdale hasta el momentum actual que está viviendo a nivel europeo y mundial. A continuación, detalló las particularidades de nuestra economía social, la reformulación de sus principios que proponen desde su equipo y el impacto que genera. 

“La economía social de nuestro territorio es singular por su músculo empresarial, ya que fuera de nuestras fronteras la economía social está centrada principalmente en cooperativas de consumo o agroalimentarias. El País Vasco es un pueblo muy industrial, con una gran tradición cooperativa, y la unión de estos dos factores ha generado modelos empresariales muy potentes”. Tal y como explicó Etxezarreta, estas empresas adquieren compromisos a tres niveles: micro (personas en el centro), meso (organizaciones colectivas y democráticas) y macro (comprometidas con el entorno), a través de los cuales son fácilmente distinguibles con respecto a empresas tradicionales que también reclaman su carácter social. Para finalizar su intervención, planteó una serie de reflexiones sobre la definición de la economía social actual y su futuro.


Experiencias relevantes

A continuación, los y las representantes de ocho empresas de economía social expusieron sus proyectos para generar así un intercambio de ideas y conocimientos muy enriquecedor:

Joxean Hernandez, director de Impact Hub Donostia.

“Tras la crisis económica de 2008, un grupo de personas con una visión de transformación social fuimos gestando la idea de crear un espacio de trabajo compartido que promoviera la innovación social en Donostia. En 2012 nos unimos a la red Impact Hub internacional, para en 2013 crear la cooperativa sin ánimo de lucro Impact Hub Donostia S. Coop, el primer y único Impact Hub en el mundo de esta tipología. Actualmente somos 17 socios cooperativistas, de los cuales 6 estamos liberados y hacemos uso del espacio coworking que tenemos en Tabakalera, además de dar apoyo y fomentar las conexiones necesarias para ayudar a desarrollar ideas y proyectos empresariales innovadores y colaborativos. El 95% de los beneficios que generamos se quedan en la cooperativa”.

Alberto Gastón, coordinador del Servicio de Educación para la Transformación Social del Grupo EMAUS.

“La mayor parte de la sociedad conoce la punta de nuestro iceberg, es decir, nuestra labor en la gestión de residuos; pero la Fundación EMAUS promueve y acompaña procesos transformadores tanto individuales como colectivos enfocados en los ámbitos social, económico y medioambiental. Nuestro trabajo se divide en dos ejes: por una parte, intervención social y gestión de servicios, y por otra, la economía solidaria relacionada con empresas de inserción y gestión de residuos. Partimos de la base de que el modelo neoliberal es algo forzado, y reivindicamos un reparto más justo de la riqueza. El 75% de nuestros empleados responden a realidades de exclusión social”.

Sara Jaurrieta, directora de desarrollo organizacional de la Fundación Matia.

“Matia es una fundación privada sin ánimo de lucro con más de 130 años de experiencia en la prestación de servicios sociosanitarios en Gipuzkoa. Vivir con sentido es el lema que resume nuestro propósito, y nuestros principales valores son la actitud positiva, la comunicación abierta, la confianza y la colaboración. Cada persona es un mundo, y por ello, Matia ofrece un acompañamiento personalizado que respeta las necesidades de cada paciente. Trabajamos en el ámbito sanitario, residencial, comunitario y de la investigación, para que en un plazo de entre cinco y diez años, pasemos de hablar de residencias a viviendas”.

Pablo Nuñez, director de Katealegaia.

“Katealegaia es una sociedad laboral en la que conjugamos nuestra función social de crear y mantener empleo para las personas con discapacidad y nuestro papel como proveedor industrial que colabora con empresas líderes en su ámbito de actividad. Actualmente tenemos 12 plantas de producción en Gipuzkoa que emplean a más de 1.000 personas. Somos centro colaborador de Lanbide para el colectivo de personas con discapacidad y ponemos a disposición de las empresas y las personas un servicio de intermediación para facilitar e impulsar la contratación de personas con discapacidad. Además, contamos con un modelo de organización singular, gracias al compromiso de las Instituciones que participan y colaboran en el proyecto”.

Marian Tapia, gerente de Zorrotz Legazpi.

“Zorrotz era una empresa familiar con más de 60 años de trayectoria y especializada en el corte de materiales que, tras la crisis económica del 2008 y la falta de relevo generacional dentro de la propia familia, pasó a ser una sociedad laboral. Aunque hubo opciones de venta a competidores ajenos, los propios trabajadores y trabajadoras tuvimos la suerte de adquirirla y transformarla, con la ayuda de la Asociación de Sociedades Laborales de Euskadi ASLE. Actualmente somos alrededor de 45 trabajadores y trabajadoras, de las cuales más del 90% somos socios y socias.

Angélica López, responsable del equipo de Vigilancia Tecnológica e Inteligencia de Negocio de Tecnalia.

“Tecnalia es una fundación privada sin ánimo de lucro que tiene una misión y visión muy social, pues queremos trascender lo puramente tecnológico para generar prosperidad e impacto económico en nuestra sociedad. Además, dentro de nuestro modelo de gestión, hemos incorporado ámbitos de actuación alineados con los ODS. Actualmente contamos con 1.500 personas, de las cuales la gran mayoría trabajamos desde las tres sedes principales. A pesar de ser un sector masculinizado, tenemos una plantilla paritaria, también a nivel directivo, y ofrecemos orientación a nuestros clientes y a la administración para ayudarles a visualizar oportunidades para la transición tecnológica”.

Aitor Uriondo, director de Axular Lizeoa.

“Axular Lizeoa, como la mayoría de las ikastolas de Euskal Herria, nació gracias al impulso de la sociedad y con el objetivo de dar respuesta a sus necesidades. Pasamos de ser un grupo de personas a ser una asociación, hasta convertirnos en una cooperativa familiar, no sólo a nivel jurídico, sino también a la hora de tomar decisiones, pues tenemos un carácter cooperativo. Y a pesar de no saber qué nos deparará el futuro, tenemos muy claro el tipo de personas queremos formar: individuos autónomos, euskaldunes, cooperativos, creativos y de pensamiento analítico-crítico”.

Iñaki Zabaleta, director de Badia Berri.

“Nuestra principal actividad es la subcontratación de procesos industriales intensivos en mano de obra, especialmente rebabado de piezas de caucho, y nuestro objeto social es la inserción laboral de personas que presentan especiales dificultades de acceso al mercado laboral en Oarsoaldea. Las facilidades para la conciliación de los y las trabajadores y trabajadoras, la diversidad cultural, el apoyo recibido por parte de la Agencia de Desarrollo de Oarsoaldea y la diversificación de nuestros empleos nos caracterizan como empresa de economía social”.


El futuro de la economía social

Tras la pausa para el almuerzo, el debate de la tarde giró en torno al futuro de la economía social. Kepa Korta moderó la charla entre el director de relaciones institucionales de Corporación Mondragón Iñigo Albizuri, el director general de Gureak Asier Vitoria, la directora de Aquarium Donostia y presidenta de la Confederación Vasca de Fundaciones Funko Esther Irigaray, y el presidente del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi y vicepresidente de la Confederación de Cooperativas de Euskadi Konfekoop Patxi Olabarria.

Albizuri quiso mostrar la singularidad del proyecto que dirige a través del humor: “Como ingeniero, suelo decir que la Corporación Mondragón va en contra de las leyes de la física, porque cuanto más te acercas a ella, menor se ve. Pero no solo eso: el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi también es una rara avis, pues en ningún otro país son las instituciones, las universidades y las empresas quienes de manera conjunta generan e impulsan la economía social”. 

Preguntados por los factores que han propiciado esta red tan amplia de entidades de economía social, Vitoria destacó los siguientes: el tamaño del territorio, la iniciativa ciudadana a la hora de dar respuesta a las necesidades sociales sin esperar a que las instituciones intervengan, y la tendencia de las empresas vascas de reinvertir los beneficios en la empresa, “cosa que fuera de aquí, no se entiende con tanta facilidad”. Albizuri, por su parte, añadió un cuarto elemento: la apuesta colectiva de la sociedad vasca por la industria.

Vitoria, además, ofreció detalles del impacto que Gureak genera en nuestra sociedad: “Desde la Asociación Vasca de Inclusión Sociolaboral hemos intentado cuantificar el valor social integrado que aportamos a varios niveles. Uno de los primeros datos que llama la atención es que solo en impuestos (IVA, IRPF, etc.), devolvemos al sistema cada euro aportado; si incorporamos las pensiones no contributivas, ese ratio se convierte en 1-2, es decir, que devolvemos dos euros al sistema por cada euro que invierte en nosotros. Pero, además, si tenemos en cuenta otros indicadores sociales, que son mucho más difíciles de cuantificar en el mercado, como, por ejemplo, que las personas trabajadoras de Gureak no acuden a centros de día, no están al cuidado de los y las familiares mientras trabajan, etc., el aporte que hacemos es mucho mayor”. 

Irigaray, por su parte, quiso poner el foco en el valor diferencial de las fundaciones respecto a otras formas jurídicas de economía social: “Las fundaciones contribuyen a un objetivo público, la generación de conocimiento y que éste sea utilizado por y para la sociedad. Además, son empresas sin ánimo de lucro que no buscan comercializar sus productos, por lo que van más allá de las tendencias del mercado y cualquier excedente se reparte para favorecer el objetivo de la entidad”. 

Preguntados por los retos de futuro, los cuatro coincidieron en la necesidad de acercar los valores de la economía social a los y las jóvenes. Olabarria subrayó que “a través de las encuestas que hemos realizado desde el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi hemos concluido que los jóvenes conocen el cooperativismo, están alineados con sus valores, y además, incorpora una serie de cualidades que ellos y ellas consideran importantes a la hora de escoger trabajo, como la opción de conciliar o poder tomar decisiones internas”. Entre los cuatro concluyeron que la clave está en llegar  a ese colectivo para conectar con la pasión que caracteriza a la juventud y generar nuevos modelos y oportunidades para el futuro. 

VÍDEO de la sesión.

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